“Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.” 1 Samuel 17

Cuando David, el pastor, se vio movido por el Espíritu Santo a enfrentarse al gigante Goliat, intentaron vestirlo con la armadura de Saúl pero él la rechazó, y tomó 5 piedras lisas de un arroyo. Con esas piedras y el poder del Espíritu Santo respaldándolo enfrento y venció al gigante. De la misma manera los hombres y mujeres que hemos aceptado el llamado de Dios para servirle como pastores debemos enfrentar las batallas de nuestro ministerio revestido con el poder del Espíritu Santo. Y es la intención de estas páginas que los consejos y las experiencias ministeriales de variados siervos de Dios nos sirvan como piedras lisas para ayudarnos en nuestra tarea.

jueves, 26 de diciembre de 2013


En esta Navidad...

Cuando pienso en el nacimiento de Jesús en un humilde pesebre en Belén no pienso en luces, ni árboles, ni en magos ni en regalos. Pienso en la inmensa humildad de mi Señor Jesucristo y en su infinita generosidad. Un himno antiguo dice de este momento: “Se humillo a sí mismo, descendiendo a mi nivel”. El apóstol Pablo lo describe así: “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:1-6


Jesús no se aferró a su posición de gloria, ni a sus atributos divinos, sino que, por amor a mí y a ti, se despojó (del griego kenosis, lit. se vació), rindió sus derechos, y se humilló haciéndose siervo de todos, limpiando los pies de sus discípulos, aceptando el rechazo, la traición, y la cruz para comprarnos eterna salvación. Nosotros en cambio nos aferramos a nuestro orgullo, posiciones, títulos, posesiones, nos esforzamos por alcanzar el reconocimiento de los hombres, y en tristes ocasiones no nos importa a quien tengamos que dañar para salirnos con la nuestra. Mientras Jesús se humilló, nosotros nos auto exaltamos. Mientras él descendió a nuestro nivel, nosotros nos elevamos sobre los demás como si fuéramos miembros de la realeza y nuestras ovejas fueran nuestros súbditos. Mientras Jesús lavo los pies de los discípulos, incluyendo los de Judas el traidor, nosotros esperamos que nos sirvan y nos rindan pleitesía, y no soportamos el mas mínimo agravio. Mientras Jesús nació en una olvidada y humilde aldea de Belén, nosotros buscamos posicionarnos donde alcancemos mayor prestigio y reconocimiento.

Siendo esto así, quiere decir que algo anda mal en nosotros, pues ante la descripción que nos da el apóstol de la humillación de Cristo en Filipenses 2, nos exhorta: “Haya también en vosotros este mismo sentir, que hubo en Cristo Jesús.” Si no estamos dispuestos a obedecer esto, nuestra Navidad no pasará de ser un rato de luces, comidas, y regalos que no necesitamos ni enriquecerán nuestra vida.

3 comentarios:

  1. muy Bien Descrivido la Navidad! Dios continue Bendiciendo su Familia en Gran Manera, los saludo desde California! donde cada dia practicamente sale el sol!, y es Lindo porque si hay mucho pueblo que suele olvidar ese Fundamento Glorioso!, con sus labios no lo expresan pero sus hechos los delatan! Gloria a Dios por ese Rey, que nos Nacio en Belen de Judea, A EL SEA LA GLORIA! Y LA HONRRA POR SIEMPRE Amen...

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  2. Muy bien definidos los contrastes entre "el espíritu de Cristo" y nuestras actitudes. El nos dijo "aprended de mi". Aparentemente conocemos la biblia pero por alguna razón no estamos aprendiendo de él, de su humildad, de su espíritu de servicio y sacrificio. El debiera ser nuestro ejemplo a seguir en todas las áreas. Creo que debemos abandonar el manto religioso y adoptar el modelo de nuestro Señor, que siendo rico se hizo pobre, para enriquecernos a todos no solo con sus enseñanzas sino con su obra expiatoria que es la única esperanza para el ser humano.

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  3. Excelente nota y muy apropiada, en momentos como estos en que la astucia de Satanás está confundiendo a muchos hijos de Dios, alejándolos de enseñanzas básicas y elementales, para abrazar doctrinas opuestas a la Biblia con la falsa pretensión de ser "más santos que todos los demás santos"

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